Después de su impoluta y acogedora casa,
ha ido mostrándome la mala estrella que le marcó la vida.
Sus días pasan inadvertidos,
me cuenta que espera paciente su muerte
y que ya no cree que se vaya a juntar con él
en ninguna parte.
Busca su sitio en lugares dispares,
mas la gran herida le persigue...
Y no encuentra el dolor en el sosiego,
y no da con el sosiego en el dolor...
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