Cómo no oir la música de las calabazas
que cuelgan en medio del cementerio
del que huías a tó correr cuando chico.
Cómo no imaginar el lago
donde decenas de cuerpecinos oscuros
no veían ni de lejos los días venideros.
De los chanchullos tribales,
de muertes llenas de incógnitas,
de la fila de bebés en orinales de comuna...
Cómo no oir calabazas sin muerte,
cómo sentir el olor del otro mundo
solo con tus palabras...
Desde luego que bien escribes,y escribes bien porque lo que escribes transmite sentimiento y hace evocar.
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