Los cernícalos que inmóviles mantienen el vuelo,
como la luz varía las formas de las fachadas,
la piedra que machaba y las manos que apretaban
Vidas que nunca mueren,
refranes de cuando nos levantamos,
el azucarero con terrones amarillentos por el café pegaino,
el ventanal con el pollo lleno de tus plantas,
tu algarabía. Tus silencios en los días grises
Efectivamente han llegado y vuelan sin parar, ojalá que el humo del café mañanero sea testigo de ello durante mucho tiempo y las tostadas continúen
ResponderEliminaracompañando las charlas, intrascendentes quizá pero que dan mucho valor al tiempo.